Lo que brota en palabras no se pudre en el silencio. Las palabras espontáneas son regalos para uno mismo.
Yo quisiera romper los cerebros que no permiten crecer.
Les haría agujeros y les inyectaría música de esa que te remueve las tripas.
Les inyectaría movimientos ancestrales que les permitiera a las neuronas flotar cortocircuitando las sinapsis.
Les inyectaría imágenes provocadoras, deformes y contradictorias que les conectasen con aquello primario que reside en el inconsciente……y luego, le diría al hemisferio izquierdo:
¡Ala machote! integra eso…a ver qué sale…

Yo creo que saldrían personas más libres.

Anairda.

Fragmento que invita a la reflexión.